(En la parte inferior encontraréis el vídeo íntegro del Acto y una selección de imágenes)
El martes 12 de junio tuvo lugar el tercer acto del Club Tocqueville, organizado en concierto con el Círculo de Economía de Barcelona y celebrado en la sede de esta institución. En esta ocasión, el acto consistió en un diálogo entre el escritor, Presidente del Club Tocqueville, Valentí Puig y el economista, antiguo Ministro del Gobierno de España (1996-2004) y actualmente empresario, Josep Piqué, sobre los retos a los que se enfrentan los valores occidentales en un mundo post-occidental. La conversación, que contó con una audiencia de más de 200 asistentes, se articuló en torno a la presentación de su último libro ‘El mundo que nos viene’ (Deusto editorial, 2018), reflexión realista y sintética sobre la geopolítica actual.
La principal pregunta planteada por Josep Piqué a lo largo de su intervención es hasta qué punto los valores occidentales de democracia, libre mercado, libertad política pueden sobrevivir en un mundo en el que los centros de gravedad políticos y económicos se han desplazado con fuerza hacia zonas en las que el sistema político democrático no constituye un referente ineludible.
El cambio de paradigma generado por el declive de Europa desde el fin de la Primera Guerra Mundial, su creciente ‘periferización’ ante el crecimiento espectacular de otras regiones mundiales ha modificado los modos y coordenadas de ejercicio del poder. Así lo ilustran, entre otros, el traslado del eje geoestratégico al área Índico-Pacífica, el retorno de potencias históricamente relevantes con vocación hegemónica, como es el caso de China y su expansivo dominio global (terrestre y marítimo, comercial, tecnológico y digital), de Rusia e Irán con sus nostalgias de Imperio, o de Turquía y su desvinculación de la secularizada Occidente. Además de demostrar que ‘el final de la historia’, anunciado por Fukuyama, no ha sido tal, este conjunto de fenómenos simultáneos plantea un reposicionamiento de Europa y, en particular, de la Unión Europa como proyecto político.
Ante la amenaza de verse reducida a la irrelevancia, la apuesta europea ha de ser una mayor integración, siguiendo una lógica incrementalista sin saltos cualitativos, difícilmente digeribles por la ciudadanía europea, como la fallida Constitución europea. El eje franco-alemán sigue siendo la piedra angular del sistema europeo. En este marco, y ante el repliegue anglo-sajón y el euroescepticismo creciente en Estados como Italia, Países-Bajos o Irlanda, el papel de España se encamina hacia el de un facilitador de consensos. La política europea de España y la fuerza de su política exterior en general dependerá de su cohesión interna como país, de la capacidad de sus élites políticas para construir grandes consensos parlamentarios y sociales, en definitiva, de su capacidad para vertebrarse como una política de Estado.
Durante el debate posterior sobre la crisis de representación política que padecen los Estados europeos, Josep Piqué diagnosticó que fenómenos actuales como el auge de los populismos, la desafección hacia las formas tradicionales de ejercer el poder, plasmadas en las apelaciones a la democracia directa, reflejan una crisis de intermediación. Tal y como se desprende de la elección presidencial en Francia del ‘outsider’ Macron, los interlocutores clásicos de la democracia representativa, los partidos tradicionales han perdido el monopolio de las preferencias ciudadanas.
Interrogado, finalmente, sobre el proceso secesionista catalán, Josep Piqué apuntó su carácter profundamente contrario a los valores europeos y señaló como una de las principales causas de enquistamiento de la situación la pérdida de autonomía de una sociedad catalana dominada por una clase política de vuelo bajo y con una burguesía ausente en su tradicional papel de liderazgo.
ANA MAR FERNÁNDEZ PASARÍN, profesora titular de Ciencias Políticas (UAB). Miembro de la Junta del Club Tocqueville.
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