Ed. Malpaso, 286 pp. (2020)
Si somos porque imitamos o imitamos porque somos es la gran pregunta de Ferran Toutain. Conflictos de tal naturaleza imitativa hoy tienen su escenario en Facebook, Youtube, Twitter o en la emulación de los ídolos mediáticos. En el pasado esplendoroso de la ficción, “Don Quijote” es eso, la imitación del hombre por el hombre. Para Musil un hombre de identidad completa no es sino la suma de centenares de miles de personas idénticas. En caso extremo, la televisión certifica procesos de idiotización mimética. En definitiva, uno no se singulariza como no sea por imitación. Las ideologías son construcciones miméticas que derivaron hacia la brutalización de la política. El lector de “Imitación del hombre” acabará leyendo otros ensayos de Toutain, como “El malentès del noucentisme” (1996) de un alcance intelectual poco frecuente. Imitamos, gozamos en rebaño, es el “lifting” sin fin. Y, al final, la madurez no puede ser otra cosa que la excelencia en la representación del propio papel. Dada la actual sobredimensión innatural de las identidades colectivas, la menos destructiva de las opciones es poder y saber elegir a quien imitar. Valentí Puig
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