Ed. Debate, 648 pp. (2023)
Henry Kissinger sigue siendo el gran sabio de la tribu, con las tensiones del globo terráqueo en la cabeza y el convencimiento de que la política internacional ha de ser diagnosticada con realismo y administrado de modo justamente pragmático. Así transcurrió aquel Congreso de Viena –después del vendaval napoleónico-, analizado por Kissinger en 1964. En “Liderazgo” se centra en sus figuras predilectas con las respectivas estrategias: la humildad estratégica de Adenauer, la voluntad de De Gaulle, Nixon y la estrategia del equilibrio, Anwar Sadat y la trascendencia, Lee Kuan Yew y la excelencia, Thatcher y la convicción. Sin fuerza de carácter no hay liderazgo. Algunos críticos le han echado en cara que al hablar de Nixon eluda el Watergate: es que el liderazgo de Nixon importa hoy sobre todo por su apertura a China. Es curioso porque Macron ha querido imitar a De Gaulle en su reciente viaje a Pekín. Al recapitular su libro, Kissinger advierte de los riesgos de una política entregada al emocionalismo y sin formas analíticas. Valentí Puig
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