Mi Rusia
Shishkin, Mijaíl
mayo 4, 2025

Impedimenta, 256 pp. (2024).

Este ensayo del escritor y disidente Mijaíl Shishkin es una de las obras más clarividentes publicadas sobre Rusia en los últimos años. Tras un vertiginoso repaso a la Historia de un sistema autoritario que, bajo el zarismo, el comunismo o el putinismo, siempre ha estado en guerra con su propio pueblo que a duras penas logra configurar una sociedad civil. La ley rusa es la ley del poder, y la población ha acabado infectada por una dinámica tribal que desprecia la dignidad humana. La cultura de la responsabilidad individual no existe y, cuando se ha creado una elite con valores occidentales, esta ha sido masacrada o “invitada” a exiliarse. Así, la democracia difícilmente se consolidará y, tras Vladimir Putin, probablemente vendrá otro putin.

Las páginas más sugerentes del libro de Shishkin se refieren a cómo nos miramos los europeos y los rusos. En realidad, no nos vemos. La nuestra y la suya son miradas especulares. Rusia está en guerra contra Europa, creyendo que Europa está en guerra con ellos. Y Europa, hasta la invasión de Ucrania, ha creído ingenuamente que Rusia no se atrevería a regresar al imperialismo. Señales había. Sin embargo, el autor explica cómo el dinero sucio compró a no pocos “tontos útiles” y cómo, a través de la guerra híbrida, se ha subvencionado la división en las democracias occidentales. La ideología no importaba. La cuestión era financiar la discordia y, aquí, España aparece como un lamentable ejemplo.

Con todo, nuestro autor no pierde totalmente la esperanza. La primera democracia rusa, la de 1917, duró unos meses. La segunda, la de los años 90, unos pocos años. La próxima experiencia podría durar un algo más. La confianza está depositada en esos jóvenes que ya no ven la televisión y no tragan con la propaganda. Esa juventud urbana que no compra el falso nacionalismo y no admite más humillaciones. Ahora son una minoría, pero existen y, quién sabe, en cualquier momento una chispa podría hacer estallar un régimen que no es tan diferente al de la antigua URSS. 

Juan Milián

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