Un coupable presque parfait
Bruckner, Pascal
junio 13, 2024

Ed. Grasset, 349 pp. (2020)

Nunca, como en nuestros días, habían estado tan alejados entre sí el pensamiento racional y las instituciones políticas, sociales, culturales y educativas. Los mejores ensayistas de nuestro tiempo describen la situación con toda claridad y, sin embargo, la sociedad, permanentemente intoxicada por el activismo de sus dirigentes, se entrega cada vez más a lo que ya no puede calificarse sino de locura organizada. El pensador francés Pascal Bruckner lleva años alertando de las consecuencias de esa deriva y, en su último ensayo, Un coupable presque parfait, analiza los absurdos programáticos de la ideología de género, el antirracismo y los movimientos identitarios, y observa que todas esas corrientes tienen en común la demonización del hombre blanco heterosexual. El deseo del violador no nace de la mente perturbada de ciertos sujetos, sino de la “cultura de la violación”, de la que participan en uno u otro grado todos los hombres blancos heterosexuales. No así los de otras razas y culturas, como sostiene el sociólogo Éric Fassin, pues según él estos violan mujeres blancas y no prostitutas emigradas, con el objetivo político de protestar contra Occidente.

El antirracismo impide condenar al criminal o siquiera suponerle malas intenciones, y  el neofeminismo asume ese discurso sin cargos de conciencia: en la lucha contra el hombre blanco hay que encajarlo todo, incluso el calentamiento global, aunque la unión de las partes resulte contradictoria, y hay que repetir las consignas sin variaciones, en un alarde de lo que Bruckner llama “mimetismo asombroso”. Con su enorme voracidad política, las reivindicaciones identitarias se han lanzado a construir, en nombre de la igualdad, una sociedad de individuos separados por sexos, razas y culturas en guerra contra un hombre blanco al que aspiran a destruir y del que, no obstante, no pueden prescindir sin perder su condición de víctimas. Es la derrota del principio fundamental de la democracia, la universalidad de los derechos, y el cumplimiento de un principio ya enunciado por Tocqueville y que preside las reflexiones de Bruckner: “El deseo de igualdad deviene más y más insaciable a medida que la igualdad es mayor”. Ferran Toutain

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